miércoles, 28 de agosto de 2013

La sensación más extraña

Hoy como nunca antes lo había hecho, fui sola al cine. Y no a cualquier cine, sino a la Cineteca. Donde para llegar, tengo que cruzar un largo camino dentro del Parque Fundidora para entonces llegar al Centro de las Artes donde se encuentran la taquilla y las salas.

Estaba cayendo la noche, ya había bajado la intensidad de la lluvia, pero seguía constante. Caminé con un paraguas cuidando no arruinar mi cabello, pero mojando mis pies inevitablemente, buscando evitar charcos y lodo, caminando a paso apresurado pues ya comenzaría la función.

Logré llegar y comprar mi boleto. Al mencionar la función que deseaba la mujer de la taquilla me pregunta - ¿Un boleto? -Sí. Le contesto. No tenía tiempo para pensar. Corrí hacia la sala y entré justo a tiempo. Ya habían apagado las luces, no veía los asientos, prendí la luz de mi celular, había más gente buscando lugar. Nos dimos cuenta que ya estaba llena la sala, me rendí en la búsqueda y me senté en el piso junto a la puerta.

Fue interesante ver una película sola y en el piso. Algo incómodo he de mencionar, pero la película fue muy buena, me mantuvo con los ojos bien abiertos, la mente concentrada en lo que sucedía. Sólo al terminar la proyección lo sentí. Estaba sola. Me puse de pie, salí de la sala y caminé, no sabía qué hacer. Entré al baño pero no tenía nada que hacer ahí, salí. Tenía hambre así que compré algo en la dulcería y me senté en la última mesa de un rincón, dando la espalda a todas las demás mesas, viendo a la nada. Al estar solo es inevitable ponerte a pensar, pues a la mente en silencio no la puedes callar. Pensaba en lo lindo del lugar, es un lugar muy bello, sinceramente les recomiendo visitar. Se respira un aire diferente. Pensaba en lo mucho que deseaba que él estuviera conmigo.

Pensé que debería ver la última función, me quedaba con la esperanza de verlo al final de la noche, con quien podría volver a casa. Pero me di cuenta que eso no sucedería.

Llamé a un amigo, a mi ex, sería importante aclarar. Y él inmediatamente se levantó de su cama y tomó camino hacia donde yo estaba. Yo hice fila media hora antes para alcanzar un buen lugar. En ese tiempo me encontré algunos amigos quienes iban a ver la misma función. Todos se extrañaron de que anduviera sola, y les comenté que me había de verdad agradado la experiencia, que es algo que deberíamos hacer más seguido. Compartir tiempo con nuestra soledad, que falta nos hace, dedicarle tiempo a uno mismo.

Entré a la sala y entonces llegó. La película fue ridícula, graciosa, y en pocas palabras, mala. Pero nos divertimos.

Salimos y ya era casi media noche. El parque estaba solo y oscuro, se respiraba un aire fresco y puro. Era una noche bastante agradable. Platicábamos y de pronto caminando me tomó la mano. No supe como rechazarla y solo lo voltee a ver con cierta cara incómoda y de extrañeza y le pregunto porqué lo hace, como siempre su respuesta es - Porque quiero.- Y pensar que así me conquistó. Le dije que me parecía extraño, que obviamente ya no estaba acostumbrada y que no es lo mismo. Le solté la mano en cuanto pude.

Me besó. Cómo les explico lo verdaderamente incómodo que fue para mí eso. Él es para mí un buen amigo, me agrada pasar tiempo con él, platicar, pero nada más. Yo ya no siento lo que sentía hace un par de años. Ya no es igual. Ahora mi mente, mi corazón, mis labios, mis manos.... Le pertenecen a alguien más. Tal vez aún no merezca esa fidelidad mía, pero no puedo evitarlo. Mis labios rechazan de inmediato a cualquiera que no sean los suyos.

Cuando llegué a casa al despedirme me volvió a besar. Por un momento me vino a la mente aquél tiempo en que nos amábamos, en que lo amaba de verdad, en que sus besos me volvían loca, cuando no podía separarme de él.

Nos separamos porque creíamos que era lo mejor para los dos, no porque no nos amaramos. No terminamos mal, no peleamos. Así que la separación fue dura, pero yo definitivamente me di cuenta que no era lo que yo deseaba después de todo. Claro que sigue tendiendo cosas que me gustan, pero otras en las que no congeniamos y por las que no volvería con él, por las que me di cuenta que siempre lo vi más como un amigo que como una pareja para toda la vida. Nos llevamos mejor así. Y así prefiero que permanezca.

Por alguna razón a pesar de hacerme sentir incómoda en la situación del beso, el resto fue espléndido. Platicamos como hace mucho no lo hacíamos, en persona sobre todo. Y nos faltó tiempo, ya era tarde y debía bajar el carro, pero en verdad me dio mucho gusto platicar con él. Siempre nos entendemos, siempre nos escuchamos y nos damos buenos consejos. Siempre ha sido bueno tenerlo cerca.

No voy a negar que tengo muy buenos recuerdos con él y que al pensar en ellos me alegro y en cierta forma incluso lo extraño, pero lo que extraño son sólo imágenes, recuerdos de algo que ya fue y que no volverá. Para todo hay su tiempo, y el nuestro expiró.

Me escurro bajo las sábanas acojedoras de mi cama. Me manda un mensaje aquél a quien sin deber le soy ciegamente fiel. Apenas se desocupaba, yo ya estaba en cama. Y sin decir buenas noches, me dormí. Me dormí con la sensación más extraña. De la experiencia de ir por primera vez al cine sola. De ver a mi ex y que me besara después de años de no hacerlo. De pensar en ese otro hombre tan conocido y tan extraño, tan cercano y tan lejano. Que tengo tan clavado en el corazón, pero que no se atreve aún a dar el paso.

Todas estas ideas, sentimientos y experiencias están mezclados en mi cabeza como ingredientes de una ensalada, me invade, no sé como manejarla. Lo único que me queda por hacer es poner mi mente en blanco, cerrar los ojos.... Dormir.